En un mundo
digital donde las bibliotecas físicas van quedando en el olvido, lo usual es
iniciar una investigación escribiendo la palabra clave en Google. Esta vez
decidí preguntar al gurú por la felicidad, esquiva para muchos y la cual
perseguimos a lo largo de la vida. Los primeros resultados me llevan a la
oferta de una congregación religiosa, un condominio en Bogotá y la noticia de
la creación de una calle en La Paz para que "sus habitantes sean más
dichosos". Bueno al menos los bolivianos ya encontraron la fórmula para
obtener el gozo perpetuo.
El
pragmatismo de los estadounidenses los llevó a incluirla como un derecho
fundamental, inalienable, en su Declaración de Independencia, con la misma importancia que la
vida y la libertad. Algunas veces confundimos la felicidad con la codicia,
entonces terminan miles de personas inmersas en un mar de lágrimas al ver que
el negocio que creían les iba a garantizar la tan buscada dicha, era una
pirámide, como acaba de pasar con Telexfree, que con una “pequeña” inversión
inicial y diez minutos diarios en el computador, tenían su vida solucionada, una
pirámide de codicia, una forma equivocada de encontrar la felicidad, por
supuesto.
Pero,
¿tenemos derecho a la felicidad? Seguro que sí, la vida no es perfecta, tomamos
decisiones y algunas pueden parecer equivocadas al verlas desde la perspectiva actual, pero
se tomaron y hay que seguir adelante, apreciar lo que hoy tenemos, recordar con
cariño los que ya se fueron y estar seguros que hay un mundo entero por descubrir.
Dejar que las heridas sanen y agradecer al universo lo que hemos vivido.
Afortunadamente, quizás como una forma de supervivencia social, filtramos el
pasado y van quedando los buenos momentos, lo que vale la pena conservar. La
clave puede estar en nuestra actitud mental, cuanto más calma haya en nuestra
mente, mayor será nuestra posibilidad de tener una vida feliz.
Finalmente
la risa, el remedio infalible, como decía la sección de chistes de la revista
Selecciones del Reader's Digest, es un buen camino para encontrar esa actitud
mental que nos lleve a la felicidad, pero claro, no la del comediante norteamericano
Groucho Marx, o si, nunca se sabe:
"Hijo
mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña
mansión, una pequeña fortuna…"
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