Un
camino a las alturas en esta tierra roja y árida de Zapatoca, un portillo que
impide el paso dando una ultima advertencia de parar y volver atrás. Quizás
siempre están esos últimos avisos en nuestro camino cada vez que damos un paso
trascendental, abrirla o no, buena o mala decisión, es un paso adelante y mirar
atrás nos convierte en estatuas de sal, como le pasó a la mujer de Lot. Así es
el camino a la vejez, una condición que debería ser premiada, porque es un
privilegio de pocos. Hace ya un tiempo compre un libro de Juan Esteban
Constain, Calcio, y aun no lo leo. Sin embargo he tenido la oportunidad de leer
algunas columnas de este escritor que publica El Tiempo. Una de ellas la titula“Divino tesoro”, una apología a la vejez, “Si tienen un viejo al lado, óiganlo y grábenlo. Piensen que
ese viejo fue un niño alguna vez. Sus recuerdos son el recuerdo del mundo. Toda
vejez encierra un cuento, decía Cicerón en su célebre diálogo.”
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