El lugar, Castillo de Salgar en Barranquilla, un sitio que
vale la pena visitar cada vez que estoy en esta ciudad caribeña en la que por estos días sopla un fuerte viento levantando lo que encuentra a su paso y despeinando
sin importar a quien. La sorpresa de esta visita es la boda que se prepara
frente al mar ya en el atardecer. El blanco marca la decoración y los trajes de
los hombres que vienen de guayabera manga larga dejando la belleza del color a
las mujeres para que cada una de ellas se destaque entre las demás. La escena
la vivimos desde una terraza en el segundo piso que domina todo el lugar de la
ceremonia y el patio donde se organizaba la fiesta. Buena oportunidad para
practicar algo de fotografía, el punto de vista desde arriba le dan a las tomas
un carácter lleno de misterio e intriga, claro, algo que no debe estar de la
mano de un matrimonio, ¿o si?. No tenía fotos tomadas desde este ángulo, aquí
me pude desquitar.
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